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Dos no se fusionan si uno (realmente) no quiere

Valencia Plaza. Recopilado por Sindicato Alta - 25/03/2011

 

Reticencias por la pérdida de poder, diferentes enfoques estratégicos y su progresivo deterioro financiero han conducido a Caja Mediterráneo a quedarse aislada y tensar la situación hasta el borde de la ruptura en lo que algunos observadores califican de "un camino hacia ninguna parte"

Valencia (VP). La hipótesis de una ruptura entre Caja Mediterráneo y CajAstur ha planeado sobre la alianza desde el mismo día de su anuncio, el 24 de mayo de 2010. Las luchas internas por el reparto de cuotas y de poder de decisión, en las que se había impuesto CajAstur, las divergencias sobre el enfoque estratégico de la nueva entidad y el progresivo deterioro de los ratios y solvencia de la firma alicantina han provocado continuadas crisis. Las presiones del Banco de España y de la competencia, que ha ido consolidando sus propios grupos, evitaron la separación... hasta ahora.

La confusión en el día de ayer acerca de una hipótesis de ruptura entre ambas entidades sólo consiguió rebajarse al medio día cuando se produjeron los primeros y tímidos desmetidos desde Alicante. A casi nadie se le ocultaba que la procesión iba por dentro. La necesidad imperante de obtener fondos del Frob para sanear las deterioradas cuentas y las consecuentes contrapartidas en forma de consejeros desencadenaron una escalada de tensión en un SIP que ya nació con problemas de cuotas de poder mal resueltos.

Ayer por la tarde solo se manejaban en Valencia tres alternativas posibles al bloqueo ´de facto´ que presenta la situación: la consecución de un acuerdo inmediato, antes del lunes, en el que ambas partes cedan posiciones. Esta posibilidad cuenta con el rechazo frontal de la caja asturiana a aceptar el actual estado de las cuentas, lo cual eleva su nivel de dificultad.

La segunda es que la CAM busque inmediatamente, y encuentre, otro socio o grupo de socios con los que integrarse en un SIP. Igualmente, esta apuesta resulta técnicamente improbable debido a la falta de tiempo para cerrar una operación de la envergadura que representa pactar una fusión financiera.

La tercera posibilidad, la innombrable pero que recorría la city local como un reguero de pólvora, sería la impactante y traumática intervención por parte del Banco de España. Una solución rechazada en todos los ámbitos por lo que ello representaría para la imagen del sistema financiero español y para el papel regulador del Banco de España.

"Sin comentarios" fue la respuesta unánime recibida por este diario del Banco de España, la CNMV, la caja alicantina y la asturiana. Sindicalistas incrédulos y excépticos consejeros no pudieron más que mostrar su ignoranacia de lo que se estaba concinando en Madrid, sede del Banco Base. Las respuestas a las incógnitas, hoy, seguramente.

UNA PESADA HISTORIA DE AMORES Y DESENCANTOS

La CAM ha buscado en su más reciente historia alianzas con Caja Murcia, Caixa Galicia, BBK, Caja Madrid y Bancaja, algunas de ellas de forma simultánea y junto a las que podría haber habido otras que no han trascendido. La CAM siempre se mostró reacia a una integración con Bancaja, opción defendida por la clase política y el empresariado valenciano para evitar la pérdida de poder financiero de la región.

El primer intento, con Caja Murcia, contaba con el respaldo de las directivas de las dos entidades y con el de ambos gobiernos autonómicos, liderados por Francisco Camps y Ramón Luis Varcárcel. La unión de una entidad grande, pero con dificultades, y otra de menor tamaño, pero saneada, se presentaba como ventajosa para todos. Había acuerdo sobre el reparto de los órganos de gobierno y sobre la adopción del modelo de gestión de Caja Murcia, que se había revelado como el más eficiente, frente al deterioro en la CAM.

La operación, sin embargo, no llegó a buen puerto, sin que se explicasen en detalle los motivos. Las miradas se dirigieron al ámbito político, pero la cuestión no se aclaró. Públicamente se atribuyó el fracaso de la operación a los recelos de Caja Murcia a perder su independencia al unirse a la que en ese momento era la cuarta caja de ahorros de España. Hoy, Caja Murcia forma parte del SIP Mare Nostrum, que integran Caja Granada, Caixa Penedes y Sa Nostra y que está operativo desde principios de año.

En el caso de la BBK, con la que se llegó a avanzar tanto en las negociaciones que se puso fecha a la presentación del SIP ante el Banco de España (en mayo del año pasado), la ruptura se anunció un día antes de esa esperada presentación. En este caso, la decisión se atribuyó a que la caja vasca quería liderar el SIP resultante de la operación, algo a lo que se opuso la CAM.

Por su parte, Caixa Galicia, tras analizar varias opciones, entre ellas la de unirse a Caja Mediterráneo, se decidió finalmente por apostar por una operación regional, junto a Caixanova, siguiendo el modelo abordado anteriormente por las entidades del sector en Cataluña y Andalucía.

"No" reiterado a Bancaja

Precisamente este modelo de integración autonómica fue continuamente rechazado por la CAM en los últimos años, en los que su fusión con Bancaja se puso sobre la mesa una y otra vez. La operación, descartada por ambas entidades en los momentos de bonanza económica -impulsada, sobre todo, por el sector inmobiliario, donde ambas tenían fuertes intereses- alegando motivos de competencia y conflictos de intereses, duplicidad y costes sociales, adquirió mayor presencia que nunca con la llegada de la crisis económica y el progresivo deterioro de la situación de ambas entidades.

Desde la Generalitat Valenciana y el sector empresarial se apostó claramente por la constitución de una gran caja regional, que evitase la integración de cualquiera de las dos cajas de ahorros con entidades foráneas y, con ello, la pérdida de peso financiero de la comunidad y de respaldo a sus finanzas públicas y al sector empresarial.

Sin embargo, y con los números sobre la mesa, las dudas sobre la conveniencia de la operación pesaron más. ¿Tenía sentido unir a dos entidades en dificultades y con necesidad de saneamiento? ¿Podrían ayudarse mutuamente o sólo agravarían sus problemas? Un informe de la consultora especializada Analistas Financieros dejaba claro, además, el alto coste de la operación, que supondría el cierre de unas 400 oficinas, la destrucción de unos 4.500 empleos y unos 500 millones de euros en gastos derivados de la integración.

El estudio revelaba que las dos cajas compartían el 38% de los clientes, que buscarían otras entidades para diversificar sus posiciones financieras en caso de una fusión, lo que implicaría una pérdida de en torno al 30% en cuota de mercado de la entidad resultante de la fusión.

A esta realidad financiera se sumaron, una vez más, las diferencias en cuanto a la ubicación del centro de decisión y el reparto de poder interno en la entidad resultante de la integración. Caja Mediterráneo no aceptaba las imposiciones de Bancaja, entidad de mayor tamaño por red de oficinas y volumen de activos y negocio, y apostó por buscar otros caminos fuera de la región.

Caja Madrid, la alternativa más firme

Caja Madrid fue el novio más serio de la CAM antes de la aparición de CajAstur. Tanto, que en el mes de mayo se daba prácticamente por hecho el matrimonio entre ambas entidades, que llegó a debatirse por sus respectivas asambleas y que contaba con el respaldo del Banco de España, pero no de la directiva de la caja alicantina ni del sector político ni empresarial de la provincia, que pensaban que el control de Madrid supondría una pérdida del respaldo a los intereses de la región. CAM se desvinculó de esta operación ‘impuesta´ buscando otras opciones.

Caja Madrid centró entonces su interés en la otra gran caja autonómica, Bancaja, con la que finalmente llegó a un acuerdo en junio que se ha traducido en la constitución de un SIP, Bankia, en el que también participan Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja Segovia, Caja Ávila y Caja Rioja.

Diez meses de compromiso con CajAstur

El anuncio de la operación con CajAstur fue relativamente bien aceptado en Alicante: evitaba la pérdida de peso de la caja alicantina que supondría su unión con Caja Madrid y, al mismo tiempo, los costes sociales de su integración con Bancaja. La complementariedad en redes de oficinas y de mercados entre las entidades que constituían el Sistema Institucional de Protección (SIP) auguraba buenos perspectivas en cuanto a desarrollos estratégicos y captación de nuevo negocio.

Sin embargo, apenas un mes después surgían las dudas, ante las imposiciones de CajAstur para ejercer el poder, a las que se han sumado continuas diferencias en planteamientos y decisiones estratégicas; entre ellas, estaría la apuesta de CajAstur por obtener fondos para capitalizarse recurriendo al Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria, Frob, frente a la preferencia de la CAM por acudir de nuevo al mercado bursátil, donde ya cotiza a través de sus cuotas participativas desde julio de 2008.

Esas diferencias y el creciente deterioro en la situación financiera de la CAM han puesto en peligro la primera fusión "cantada" de cajas de ahorros en España bajo la fórmula del SIP. El futuro de Caja Mediterráneo ahora es una incógnita.

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